lunes, 1 de marzo de 2010

Sobre la estupidez

Por chocante que resulte, la estupidez humana ha sido estudiada con seriedad y rigor científico. Probablemente, el trabajo más conocido y divulgado sobre el tema sea el breve análisis económico, demográfico e histórico de la estupidez humana que publicó en su libro "Allegro ma non troppo", de 1988, el historiador y economista italiano Carlo M. Cipolla (Edición en España, de Grijalbo Mondadori; Barcelona, 1998).

Teniendo en cuenta las actuales circunstancias sociopolíticas, tal vez merezca la pena acudir a una opinión autorizada en la que basar posteriores reflexiones.

Resumidas brevemente, Las leyes fundamentales de la estupidez humana de Cipolla dicen lo siguiente:

* Primera ley fundamental:
Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.

* Segunda ley fundamental:
La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.

* Tercera ley fundamental:
Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.

* Cuarta ley fundamental:
Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.

* Quinta ley fundamental:
La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.

El análisis de costes y beneficios de Carlo M. Cipolla permite clasificar a los seres humanos en cuatro tipos de personas, cada uno de los cuales ocupa un cuadrante en un sistema de coordenadas, tal como aparece en el gráfico siguiente:


Si representamos en el eje “Y” el beneficio, positivo o negativo, que obtiene el individuo y en el eje “X” el beneficio (+) o coste (-) que causa a los demás, podemos definir y estimar las coordenadas de los siguientes tipos:
• Desgraciado (D): aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás.
• Inteligente (I): aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.
• Bandido (B): aquel que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.
• Estúpido (E): aquel que causa pérdidas a otros, perjudicándose a la vez a sí mismo.

Hay que tener en cuenta también otra circunstancia: la persona inteligente sabe que es inteligente; el bandido es consciente de que es un bandido y el desgraciado incauto está imbuido del sentido de su propia candidez. Pero al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido y esto contribuye en gran medida a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su poder devastador.

Los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un bandido. Las acciones de un bandido siguen un modelo de racionalidad. El bandido quiere obtener beneficios. Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener beneficios para sí procurando también beneficios a los demás (en el hipotético caso de que se lo plantee), deberá obtener su beneficio causando pérdidas a su prójimo. Ciertamente, esto no es justo, pero es racional, y siendo racional, puede preverse. Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible.

Sin embargo, también cabe tener en cuenta que la mayoría de los individuos no actúa consistentemente, no siempre y en todas sus actuaciones es inteligente, bandido, desgraciado... Bajo ciertas circunstancias una persona puede actuar inteligentemente y en otras actuar como desgraciado. La única importante excepción a esta regla, siempre según Cipolla, es la de las personas estúpidas, que normalmente muestran una fuerte tendencia hacia un comportamiento estúpido en cualquier actividad o empresa.

El corolario a la quinta ley es, para el autor, que el estúpido es más peligroso que el bandido.

No obstante, la pregunta “del millón”, visto lo visto, pudiera ser: ¿Y qué ocurre cuando coinciden la condición de bandido y la de estúpido en los mismos individuos?

Siempre según Cipolla, el progreso o decadencia de las sociedades depende exclusivamente de la capacidad de los individuos inteligentes para mantener a raya a los estúpidos. Más aún: en las sociedades en decadencia, el porcentaje de individuos estúpidos sigue siendo constante; sin embargo, en el resto de la población se observa, sobre todo entre los individuos que están en el poder, una alarmante proliferación de bandidos con un elevado porcentaje de estupidez. Y entre los que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los desgraciados incautos. Tal cambio en la composición de la población de los no estúpidos es el que refuerza inevitablemente el poder destructivo de la fracción constante de estúpidos y conduce al país a la ruina.

2 comentarios:

  1. Molt però que molt bo aquest article.

    Ara la pregunta és: A Balears qui són els inteligents? Perquè hi ha molts intel·ligents que han caigut en la desgràcia. I quan passes a ser desgraciat és molt difícil demostrar a la gent que ets intel·ligent. Els nostres polítics que fins ara eren desgraciats, ¿han de demostrar ser intel·ligents, cosa molt difícil, o han de deixar que els intel·ligents desconeguts surtin d'una vegada per totes de les bases dels partits polítics per fer-se un lloc als puestos executius?

    A més, quan els intel·ligents es tornen en desgraciats no poden mantenir a ratlla als estúpids que passen a ser bandits ja que aquesta situació els beneficia.

    És veritat que cada cop hi ha més intel·ligents que demostren l'estupidesa dels altres (Ex: Aina Calvo http://obertperreforma.blogspot.com/2010/03/un-discurs-que-balears-necessita.html). Però encara hi ha bandits i desgraciats.

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  2. me supera... hauré de reflexionar una mica més, sobre l'entrada i el conseqüent comentari!

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