domingo, 7 de febrero de 2010

Sobre el poder

Ignoro hasta qué punto pueda tener fundamento esa afirmación tan reiterada de que “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”; pero personalmente me niego a aceptarla.

A riesgo de mantener una posición calificable de ingenua y voluntarista, y por lo que al poder político se refiere en este caso, prefiero seguir creyendo que no son las circunstancias ni el contexto los que determinan inexorablemente ciertos comportamientos del todo reprobables, sino la predisposición personal y las decisiones individuales y de grupo de las personas que alcanzan ese poder y, lo que tal vez sea peor aún, las de quienes con su voto se lo permiten, injustificablemente, más de una vez.

Con toda seguridad, los politólogos y expertos en procesos electorales pueden aportar datos y variables que contribuyan a entender (desde un punto de vista intelectual, no moral) las razones por las que, en ocasiones, el electorado parece premiar conductas corruptas; porque al igual que probablemente los profesionales de la psicología podrían describirnos características comunes de personalidad y carácter de quienes instrumentalizan el poder político en su exclusivo beneficio, seguramente también unos y otros estudiosos podrían caracterizar al electorado que los sostiene. Sin embargo, para quienes carecemos de sus instrumentos de análisis y aun así podemos intuir las inadmisibles motivaciones de los corruptos, resulta más que incomprensible el hecho de que una buena parte de los perjudicados por las tropelías (urbanísticas, contractuales, antidemocráticas, económicas, al fin y al cabo) mantengan a menudo a los verdugos de sus libertades y sus impuestos en situación de persistir en sus abusos.

Ello no rebaja un ápice la responsabilidad personal y partidaria de quienes prostituyen la noble naturaleza del cargo de servidor público en su único e ilegítimo propio beneficio, no la rebaja ni diluye en absoluto. Ante esto, por más que se intenten políticas “de ventilador”, por más que se esgrima el “y tú más”, por más que se recurra al pretendido argumento de la “persecución” o se acuda a los eufemismos más o menos creativos para maquillar la descripción de los hechos (una vez probados éstos por quienes tienen la capacidad y la autoridad legal para hacerlo), el rechazo moral, político y social -además de las penas legales correspondientes- es la única respuesta democráticamente comprensible y aceptable, en mi humilde opinión.

Si el poder corrompe será porque haya quien se lo permita o, incluso, se lo facilite.

La libertad personal y las convicciones democráticas de individuos y partidos son opciones no sometidas inexorablemente a una epidemia incontrolable, son conquistas y valores que practicar desde los principios morales y el respeto a las leyes y a la ciudadanía.

Y, afortunadamente, NO todos son iguales, sigue habiendo quien cree en la política al servicio de la comunidad, del bien común colectivo de la ciudadanía.

3 comentarios:

  1. Desde el punto de vista del ánálisis político existen diferentes situaciones en la política actual que propician que los corruptos sigan ganando elecciones:

    Primero, la inexistencia de la necesidad de los politicos a rendir cuentas a sus votantes. Esto viene provocado por el tipo de voto (listas cerradas presentadas por los partidos políticos en todas la elecciones)que también aumenta ese sentimiento de que la élite política siempre será la misma y, además está alejada del ciudadano.

    También el pensamiento de que la derecha es quien mejor sabe administrar el dinero unido al de que mientras se administre bien y no haya desempleo ni crisis da igual lo que hagan con mi dinero. Esto unido con lo anterior provoca que, claro, como la política está alejada, el político no me tiene que rendir cuentas en ningún caso y ahora hay crisis y aunque me roben voy ha tener trabajo, los voto aunque sean corruptos.

    Todo esto se ve reforzado por la idea de que la corrupción y la falta de rendibilidad de cuentas de los poolíticos también provoca una mayor abstención a la hora de votar. Si además pensamos que el voto fiel siempre es de derechas... Es una humilde explicación.

    Lo que debemos hacer los ciudadanos que no creemos en ello, que sabemos que aunque los políticos no tengan la necesidad de rendirnos cuentas hay unos que lo hacen mejor y no se quedan con ninguna parte del dinero que destinamos a la cosa pública. Que con ese dinero, en vez de despilfarrarlo se conserva en mejorar la calidad de la educación, sanidad e intentar que la gente que se encuentra en desempleo no pierda tanta calidad de vida como anteriormente.

    La gente no es tonta y quien vota por interés personal tiene que cambiar la mentalidad y saber que la gente honrada y trabajadora somos los responsables de cambiar las cosas

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  2. Sabía que un politólogo podría aportar algo de luz :) Gracias por tu comentario.

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  3. ENHORABUENA AMIGA POR TU BLOG, YA ERA HORA QUE TE LANZARAS, TENEMOS MUCHO QUE APRENDER DE TÍ.
    T'ESTIM. XISCA

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