sábado, 6 de febrero de 2010

Esa funesta manía...

Una leyenda urbana dice que en la fachada del edificio de una antigua Universidad española está grabado el extraño lema “Lejos de Nosotros la Funesta Manía de Pensar”.
En realidad, esas palabras no están escritas allí por ningún lado y parece ser que nunca lo han estado. El presunto lema es una de esas cosas que se van repitiendo una y otra vez en los medios y en la red hasta cobrar carta de naturaleza.
Al parecer sí existe una cierta carta o memorial que escribieron varios profesores de su claustro a Fernando VII, durante la década ominosa. En esa carta, los claustrales de dicha Universidad, cuyo nombre omito porque no debería ser recordada tan sólo por el texto de marras, hacían una lamentable declaración de principios reaccionarios y serviles, para conjurar cualquier posible sospecha de rencor hacia los Borbones. Pero, en ella, la redacción de la frase en cuestión no era ésa, y su interpretación ha sido largamente debatida.
Sin embargo, cualquiera que sea el origen exacto de la versión que ha perdurado, lo cierto es que tanto el verbo como la acción de pensar a menudo parecen no gozar de grandes simpatías y, si bien no siempre se los incluye en la relación de las “manías” ni se les atribuye el calificativo de “funestos”, la expresión “piensas demasiado” se utiliza con notable frecuencia, acompañada de una irónica sonrisa, y contrapuesta a la generalmente aplaudida tendencia a la acción.
Me reconozco culpable de tan funesta manía, y ésa es la razón por la que me he planteado compartir los resultados de mis cavilaciones. Ésa y el hecho de que leer las reflexiones de otros afectados por el mal me haya proporcionado más de un buen rato.
Dice el saber popular que las palabras se las lleva el viento. Dejaré aquí pues algunas, no con la pretensión de hacerlas duraderas, sino con el deseo de que puedan ser compartidas, matizadas o combatidas, expresa o tácitamente: lo que importa es pensar, también.

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