domingo, 18 de abril de 2010

Sobre palacetes y soberbias

La semana pasada, aprovechando unos días de descanso —de ese tiempo genial sin horarios impuestos, ni obligaciones, ni responsabilidades—, disfruté, entre otras cosas, de la lectura de La estrategia del agua, la última novela de Lorenzo Silva (http://www.lorenzo-silva.com/index_espanol.htm) sobre las “aventuras y desventuras” del brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro.

A pesar de que el objetivo primordial de la escapada era desconectar del mundo mundial, confieso que me conecté a diario para seguir las informaciones sobre el pago de la fianza que iba a librar de la prisión, de momento, al ex presidente que padecimos durante 7 años en estas islas; en las que, por cierto, iniciaron sus andanzas, cuatro novelas y un libro de relatos antes, los personajes de Silva.

No es mi intención ahora aventurarme a hacer crítica literaria; aunque, si la hiciera, habría más tela que cortar con esta obra que la que solemos presuponer, a menudo injusta y superficialmente, a una de ésas que etiquetamos como policiacas. Hoy me sirvo de esta novela (que me gusta aún más cuantas más vueltas le doy) por algo de ella que —vaya novedad— me ha dado en qué pensar: las lecturas de la víctima.

El hombre sobre cuyo asesinato investigan y resuelven los protagonistas tenía dos obras de cabecera en la mesilla de noche, a las que el brigada Bevilacqua, alias Vila, dedica especial atención, para conocer mejor al muerto: Manual de vida, de Epícteto (ss. I-II d.C.); y El arte de la guerra, de Sun Tzu (s. V a.C.)

Las citas que se reproducen en la novela picaron mi curiosidad y decidí rebajar, siquiera un poco, mi oceánica ignorancia en tantas y tantas materias leyendo estas dos obritas (el diminutivo es por su extensión, no por su valor). Contra lo que pueda parecer, resulta francamente asombroso comprobar hasta qué punto pueden seguir siendo de auténtica actualidad reflexiones y recomendaciones morales y estratégicas de hace 2.000 y 2.500 años, respectivamente.

Epícteto, un esclavo romano que alcanzó su libertad gracias a su inteligencia y su deseo de saber, dice, por ejemplo: «Las posesiones de una persona deberían ser proporcionales a las necesidades de su cuerpo, tal como el zapato calza al pie. Sin una preparación moral, podemos vernos inducidos al exceso. En el caso de los zapatos, por ejemplo, mucha gente siente la tentación de comprar zapatos selectos y exóticos […] Una vez que caemos […] en la falta de moderación, adquirimos impulso y podemos perdernos en los caprichos». O bien: «Las cosas y las personas no son lo que deseamos que sean ni lo que parecen ser. Son lo que son. […] tus posesiones pueden ser excelentes, pero tu persona no adquirirá excelencia a través de ellas. […] Siempre está en nuestras manos decidir si queremos pagar o no el precio de las recompensas de la vida. Y con frecuencia nos conviene más no pagarlo, pues dicho precio podría comprar nuestra integridad. […] Si intentas ser algo que no eres o te esfuerzas en conseguir algo que está más allá de tus posibilidades, terminarás como un patético diletante…».

¿Por qué será que mientras lo leía se me venían a la mente ciertos registros policiales de palacetes excesivos, decorados con lujos desmedidos y dotados de armarios y zapateros disparatados…?

Sun Tzu fue un general chino del siglo V a.C. que trabó el considerado mejor libro de estrategia de todos los tiempos, “un tratado que enseña la estrategia suprema de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación […] para comprender las raíces de un conflicto y buscar una solución”. Hoy en día, su filosofía se aplica a campos tan diversos como el deporte, la gestión de empresas, la diplomacia, los negocios o la política.

Dice Sun Tzu: «La mejor victoria es vencer sin combatir, y ésa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante». Y también: «A menos que tu corazón esté totalmente abierto y tu mente en orden, no puedes esperar ser capaz de adaptarte a responder sin límites, a manejar los acontecimientos de manera infalible, a enfrentarte a dificultades graves e inesperadas sin turbarte, dirigiendo cada cosa sin confusión». O «El beneficio y el daño son interdependientes, y los sabios los tienen en cuenta».

Sospecho que ni el ex presidente Matas, ni sus allegados políticos y/o familiares habían leído, antes de su acceso a las responsabilidades políticas, ni al maestro estoico ni al veterano general. Si me equivoco, decididamente, no entendieron nada.

4 comentarios:

  1. Querida Joana:

    Creo que las citas que traes a colación no pueden ser más certeras. Pensamiento estoico para recordarnos la importancia de la prudencia y la moderación en la vida pública. Y el estratega para saber operar en el duro mundo de la política sorteando los peligros y explotando los aciertos.

    Quizás el problema más grande que han cometido muchos de los miserables corruptos que están hoy en la picota (menos mal) es el haber confundido los fines y los medios. Si antes los recursos públicos eran el medio para mejorar la vida de la ciudadanía, hoy han dado barra libre a que los fines sean el dinero mismo, sin importar que medio haya que emplear.

    Vergüenza para ellos por su delito, vergüenza para los partidos por darles barra libre, vergüenza para las instituciones por hacerles pagar demasiado tarde y vergüenza para todos nosotros por haberles elegido.

    Y me permito añadirte algunas citas de "Discursos de la Primera Década de Tito Livio", por mi querido Maquiavelo.

    "Aquellas repúblicas que deseen permanecer libres de corrupción han de saber que esta se manifiesta cuando las leyes se hacen no para las libertades comunes sino para aumentar el poder de los poderosos”. Y sigue... "(pero quizás la peor de todas es la de) un pueblo, pues cuando se ha corrompido no puede ni por un breve tiempo, ni aún por un minuto, gozar de su libertad"

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  2. Gracias por tu comentario y por tu aportación, Pablo.
    Ampliaré de nuevo mis lecturas, esta vez gracias a ti :), y haré votos porque no se cumpla la peor de las previsiones del historiador romano.

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  3. ¡Qué nivel! es cierto, por los grandes no pasa el tiempo. Y hay novelas policiacas que están a un nivel muy alto como "La interpretación del asesinato" de Rubenfeld o "Rosaura a las 10" de Devi y muchas más que no quiero enrollarme...
    Tu selección de fragmentos es excelente y totalmente atemporal.

    P.D. Tu sobrino promete (de la antrada anterior)

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  4. ¡Muchas gracias, Pilar!
    Tomo nota de tus aportaciones bibliográficas :)

    Mi sobrino, efectivamente, prometía y promete. En mi lista está su blog: Obert per reforma. Y también estará el tuyo :)

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